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El irrefrenable declinar de Caldera. 'Amy Martin' sepulta a la ya fracasada Fundación Ideas

El papel de la Fundación Ideas en el marco del proceso de renovación ideológico que ha emprendido el PSOE para intentar recuperar el pulso político es más que escaso, casi inexistente
Nació con la ambiciosa vocación de ser la FAES del PSOE, un poderoso tanque de pensamiento para la izquierda española. Sin embargo, cuatro años después, el affaire Amy Martin ha hecho saltar por los aires la Fundación Ideas, un proyecto que nunca logró, ni de lejos, cumplir con las altas expectativas que había suscitado su creación, en 2008. Y con la Fundación, su máximo responsable, Jesús Caldera, ex número dos de Zapatero, parece embarcado en un imparable declinar político. De cara a la Conferencia Política de este otoño, la Fundación apenas pinta nada; el peso político del propio Caldera decae, tras ser silenciado en el Congreso, sin portavocía, y ocupando la Vicepresidencia de la Comisión de Economía; y hasta un documento de Ideas es desestimado en Ferraz como papel de trabajo. Todo apunta al irremisible ocaso del último superviviente de los zapateristas en la era Rubalcaba

A no ser que me destituyan”. Así de inseguro se mostraba, la pasada semana, Jesús Caldera tras confirmar que, por su parte, no tenía la intención de dimitir como consecuencia del escándalo Amy Martin, que ha estallado la pasada semana en el seno de la Fundación Ideas. Un escándalo que, al margen de las nefastas consecuencias que ha tenido sobre la propia Fundación y su ya exdirector, Carlos Mulas, ha puesto en evidencia el imparable declive en el que parece estar abocada la carrera política de Caldera, el último de los zapateristas supervivientes en la era Rubalcaba.

No en vano, el que fuera ministro de Trabajo –con aspiraciones frustradas de ser incluso vicepresidente–en la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, de quien fue considerado como su número dos y uno de los más sólidos integrantes del núcleo duro, hoy está, más que nunca, apartado de los circuitos del poder del nuevo PSOE. Y aunque tras el Congreso de Sevilla de febrero del año pasado repitió en la Ejecutiva Federal como secretario de Ideas y Programas, lo cierto es que su papel real, tras las elecciones de noviembre de 2011, cada vez es más irrelevante, según confirman tanto detalles concretos, poco conocidos hasta ahora, como varias de las fuentes consultadas.

Algunos datos resultan reveladores al respecto. Como el de que este dirigente, que fue coordinador de varios programas electorales del PSOE, el último, el de noviembre de 2011, que no logró evitar el batacazo electoral, y portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, hoy se sienta en una Vicepresidencia de la Comisión de Economía y Competitividad en la Cámara Baja, puestos habitualmente destinados a dirigentes “en retiro”. Además, es vocal de a pie en la de Empleo y Seguridad Social y en la Subcomisión de Reestructuración Bancaria y Saneamiento Financiero, además de vocal suplemente de la Diputación Permanente. Todas tareas más de figurar que de lucirse, y que le mantienen apartado de cualquier función como portavoz.

Este declive político de Caldera parece coincidir e incluso ir en paralelo con el de la propia Fundación que dirige desde 2008, y que se había convertido en su refugio político y prácticamente en el único instrumento que le quedaba para seguir siendo alguien dentro del partido. La Fundación Ideas, creada hace cuatro años por Zapatero con la ambiciosa meta de erigirse en el equivalente de izquierdas de la poderosa FAES, a estas alturas y al margen del affaire Amy Martin, no ha cumplido, apuntan numerosas fuentes, con las expectativas creadas.

Una situación que, en realidad, ya era palpable antes siquiera de que saltara a los medios el nombre de Amy Martin, el seudónimo tras el que se escondía, según ella misma ha confirmado, Irene Zoe Alameda, la esposa –o expareja, las informaciones no son concluyentes al respecto– del hasta hace unos días director de la Fundación, Carlos Mulas. Esta supuesta colaboradora, que en teoría vivía en Estados Unidos –se ha llegado a hablar de conversaciones con alguien que asumía ese papel–, habría percibido, por sus artículos de temática de lo más variada, hasta 50.000 euros entre 2010 y 2011, unas cantidades que tanto Mulas –cesado fulminantemente por Caldera–como Alameda han asegurado serán devueltas a la Fundación.

En todo caso, el asunto, que ha servido en buena medida para tapar en las portadas de los periódicos y en las tertulias el escándalo, bastante más grave, de la financiación ilegal del PP en el caso Bárcenas, ha supuesto un duro golpe en la línea de flotación de la Fundación, de Caldera y, a la postre, del propio PSOE. Algo que, sin duda, le pasará tarde o temprano factura al exministro de Trabajo y a su ambicioso y frustrado proyecto de think tank.

Preguntado al respecto por esta revista, el propio Jesús Caldera señala que “la Fundación Ideas se ha situado en sólo cuatro años como uno de los think tank políticos más importantes del mundo. Así al menos lo refleja el único ranking existente a nivel mundial sobre think tanks, redactado por la Universidad de Pennsylvania. Concretamente, este ranking sitúa a la Fundación Ideas en el puesto número 10 en la categoría de think tanks vinculados a partidos políticos, mientras FAES se sitúa en el puesto número 15.”

Por lo pronto, el papel de la Fundación Ideas en el marco del proceso de renovación ideológico que ha emprendido el PSOE para intentar recuperar el pulso político es más que escaso, casi inexistente. Eso, a pesar de que en teoría, el think tank socialista debería vertebrar ese proceso. En realidad, ni siquiera el propio Caldera, secretario de Ideas y Programas en la Ejecutiva Federal, es el que coordina el proceso. Lo hace un veterano de la vieja guardia, genuino apparatchik como es Ramón Jáuregui. Las propuestas sobre la vertebración federal del país –uno de los principales focos de interés político de los próximos meses y años, y tema estrella de todo programa ideológico– está bien lejos de las manos de Caldera. En concreto, es un tema que lleva lleva personalmente el presidente de la Junta de Andalucía, y del partido, José Antonio Griñán, a través de una entidad ajena a Ideas, la Fundación Alfonso Perales, encargada de elaborar el correspondiente documento.

Y así, en el marco de las conferencias sectoriales que acaban de comenzar, como preparación de la Conferencia Política de este otoño, la presencia de la Fundación Ideas es casi nula. Hasta el punto de que, tal y como ha sabido esta revista de fuentes cercanas al proceso, el propio Jáuregui se ha llegado a poner en contacto con el otro think tank de izquierdas, la Fundación Alernativas, orgánicamente independiente y con mucha más pegada intelectual, para pedir nombres de cerebros que pudieran colaborar en este proceso de renovación de ideas. Y resulta curioso que, pese a que muchos de sus colaboradores son reconocidos chaconistas, el papel de Alternativas en las conferencias políticas socialistas sea mayor que el de la más oficial Ideas.

Por otro lado, resulta significativo que la mayor parte de los coordinadores de Área en las conferencias sectoriales tampoco procedan de Ideas, ni siquiera en el área económica, el supuesto punto fuerte de esta Fundación. De hecho, la mayor parte de los coordinadores proceden, según confirman varias fuentes, de otras instituciones u organizaciones, como puede ser Economistas Frente a la Crisis. Este grupo, totalmente independiente, creado hace algunos meses e integrado por expertos de procedencia muy variada, ha cobrado, gracias a la calidad y actualidad de sus trabajos, una gran relevancia e influencia tanto dentro como fuera del PSOE. Y algunos de ellos, como es el caso de Jorge Fabra, Manuel de la Rocha hijo o Luz Rodríguez, van a tener un papel relevante en las Conferencias Políticas. Y esto no sólo ocurre en el área económica. Tampoco en cuestiones más políticas, como son los grupos de trabajo en torno a la calidad de la democracia, destaca la presencia de pensadores procedentes de Ideas. Incluso hay grupos en los que no figura ninguno.

Las excepciones son David Giménez Gluck, Director adjunto, e Irene Ramos, directora del Departamento de Política, Ciudadanía e Igualdad. Asimismo, en el equipo coordinado por Valeriano Gómez para tratar la parte de la Conferencia Política dedicada a la Economía trabaja Reyes Maroto, directora del Departamento de Economía y Sostenibilidad. Finalmente, un grupo de trabajo en la Fundación Ideas prepara papeles para la conferencia sobre reforma fiscal, según aclara el propio Caldera.

Más grave aún es el hecho de que apenas se van a discutir documentos procedentes de la Fundación. Incluso uno de esos papeles, el informe llamado Hacia una economía abierta. Ideas para el crecimiento en el horizonte 2020, señala una fuente cercana, “no gustó nada en el grupo de trabajo, así que se desechó finalmente trabajar sobre esa base”.

Y es que muchos de los intelectuales que orbitan en el área de influencia socialista, sobre todo los más jóvenes, se muestran muy críticos con la labor de la Fundación Ideas, ahora y antes del asunto Amy Martin. “La Fundación –señala una de estas personas, muy conocida en su ámbito profesional– no ocupa el lugar que tendría que ocupar. Tendrían que haber asumido buena parte del trabajo de las Conferencias. En su lugar, se ha convertido en un verdadero cortijo dirigido por unos pocos que la utilizaban como plataforma para montarse unas relaciones internacionales interesantes”. De hecho, entre sus mayores logros como think tank se encuentran los eventos y encuentros internacionales, con visitas de destacadas personalidades, como el profesor Joseph Stiglitz o los encuentros del International Global Progress, cuya tercera conferencia se celebró en octubre de 2011 en Madrid y la colaboración con el Center for American Progress, el famoso think tank del presidente norteamericano Barack Obama.

Le reprochan además su corte excesivamente liberal en el área económica, muy en línea con el que fuera su director, el brillante Carlos Mulas, doctor en Economía por la Universidad de Cambridge, máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Columbia y doctor miembro del Instituto Juan March en Ciencias Sociales.

Para otra de las fuentes consultadas, también extremadamente crítica con el papel de la Fundación, “los partidos políticos hacen bien unas cosas y mal otras. Entre estas últimas está el pensar. Por eso, una organización como Ideas debería dedicarse más a formación, organizar encuentro y foros”. Pero la ambición de Caldera era crear una institución de corte anglosajón, similar al prestigioso centro de estudios Policy Network, vinculado al Partido Laborista británico. Algo que “no encaja con lo que tenemos aquí”.

Pero además, señala otra fuente, “aquí se juntaba una persona con aspiraciones políticas frustradas –Caldera– y otra que, pese a tener 35 años y a ser brillante, no había conseguido ningún puesto relevante –Mulas–. Eso era una combinación explosiva”.

Y, de hecho, las diferencias entre lo que debería haber sido y lo que es la Fundación son abismales. En 2009, un año escaso después de su creación, Caldera decía de su proyecto que “nuestro informe será definitivo”, en referencia a un documento sobre “Modelo económico y empleo”. Estaba orgulloso de su equipo –35 años de edad media, todos con másteres o doctorados, políglotas–, y se aprestaba a digerir el resto de Fundaciones que, en el marco del proyecto de Ideas, debían ser absorbidas, como fue el caso de la Pablo Iglesias o la Jaime Vera. Pero aunque el control presupuestario de las fusionadas sí estaba en manos de Mulas, no se podía decir tanto del control funcional.